No es un log, pero se comporta como uno.
Jarvars nació como un juego de palabras con mi nombre: Jorge Alberto Reyes Vargas.
Buscaba un alias, algo corto, que sonara bien y tuviera sentido para mí.
Lo encontré casi por accidente. “Jar” como una taza, “vars” como un conjunto de variables.
Una taza llena de variables. Me gustó la idea.
Con el tiempo, ese nombre se volvió más que un nick: una forma de definirme.
Soy una colección de variables que intento despejar, una mezcla entre ingeniería, curiosidad, humor y café.
Cada proyecto, cada juego, cada experimento es una nueva variable que intento entender… o romper para ver qué pasa.
Mi historia con los computadores comenzó en los noventa, cuando tenía doce años y me encontré con un PC bloqueado por una contraseña.
En lugar de frustrarme, decidí desarmarlo.
Esa curiosidad infantil por “ver qué hay detrás” marcó el resto de mi vida.
Descubrí que la tecnología no es solo herramientas o código: es una extensión de la imaginación, una especie de rompecabezas infinito donde siempre hay algo nuevo que aprender (o arreglar, o arruinar).
Hoy me muevo entre desarrollo y calidad de software, pero más allá de los títulos o etiquetas, sigo siendo el mismo niño curioso.
Me gusta pensar que programar, probar o automatizar no son tareas distintas, sino partes del mismo impulso: entender cómo funcionan las cosas, hacerlas funcionar mejor… y dejar algún comentario irónico en el código para el futuro arqueólogo digital que lo encuentre.
Mi vida se parece a mi escritorio: un equilibrio inestable entre orden y caos.
Puedo pasar de escribir un script de automatización a ajustar un disipador de calor o montar una PC nueva, y después caer en una partida épica en Steam para “probar la estabilidad del sistema” (o al menos eso me digo).
El hardware y el software son mis dos hemisferios: uno tangible, lleno de cables y leds; el otro, lógico y silencioso, lleno de bugs y commits.
A veces colisionan. Y ahí es donde me divierto más.
Cuando no estoy frente a una pantalla, probablemente estoy cocinando.
La cocina me recuerda al desarrollo: recetas, tiempos, experimentos, errores deliciosos.
Cocinar es mi manera de seguir creando, pero con olores en lugar de logs.
También me gusta aprender —no de forma solemne, sino como quien explora un nuevo juego o prueba una build distinta.
Me encontrarás en plataformas como Platzi, Microsoft Learn o Test Automation University, desbloqueando logros que solo a mí me importan, pero que me mantienen en modo learning loop constante.
Nací y he vivido siempre en Bucaramanga, una ciudad que combina lo suficiente de calma y ruido como para inspirar líneas de código y pensamientos extraños.
Desde aquí, escribo, aprendo y comparto.
Este blog, Jarvars, es mi taza digital: un espacio para verter mis ideas, experiencias y proyectos.
No pretendo tener todas las respuestas (de hecho, me divierte más hacer las preguntas), pero sí quiero dejar constancia del proceso: los aciertos, los errores, los “undefined variables”.
A fin de cuentas, todos somos una colección de variables intentando resolverse.
Yo solo decidí escribir las mías.